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Ros Marbá-Polo, Maestros

Temperamental como es, Asier Polo inicio su intervención en el concierto de Dvorák con impetu pero guardando el sentido romantico y lirico que el autor puso en su obra concertante maestra. En el segundo movimiento, donde los grandes violonchelistas tienen ocasión estupenda de manifestar su expresividad más lírica, resultó todo un canto poético.

La armoniosa alegría del “Finale” fue culminación de una excelente comunicación entre solista, director y orquesta.

Fuente: El correo digital. Karmelo Errekatxo

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Las 3 Suites de Bach resultaron una autentica delicia en manos de un Asier Polo genial, pletórico

El cellista volvió a descubrir todas las cartas que le convierten en un interprete muy completo, regalando continuamente una musicalidad de mucho valor. Su técnica y el absoluto dominio del instrumento fueron igualados por una profundidad y una intencionalidad expresiva de lo más atractiva y sugerente.

Desde el conocido Preludio de Suite nº1 cenvenció y emocionó en cada una de sus interpretaciones, deleitandose en los movimientos más calmados, adornados por unos siempre expresivos rubatos y una dinámica bien planteada, y resolviendo con clara articulación los más audaces comprometidos.

La Suite nº2, más oscura y melancólica, fue otro regalo para los oidos de los presentes, al igual que la Suite nº4, técnicamente mucho más exigente.

Fuente: Diario Vasco. Aitor Alvarez

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Asier Polo excelente

La siempre extraordinaria actuación del violonchelista bilbaíno Asier Polo, en su parte solista del “Concerto” para chelo y orquesta de Elgar, “dandolas todas” con ejemplar holgura y el acentro romanticoide que se respira en la página del importante compositor inglés, marcaría la cumbre interpretativa de la sesión. […] Quede claro que la estrella de la noche fué el violonchelista Asier Polo, que correspondió a su triunfo concediendo una propina.

Fuente: ABC, Madrid

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Asier Polo y Marta Zabaleta, DÚO DE LUJO

Asier conserva el temperamente que le encumbró, tamizado por el tiempo que le ha hecho sabio y por un F. Rugieri, Cremona 1689, de sonido noble y profundo, luciendo facilidad para el cantábile, límpida técnica, hondura expresiva y capacidad rítmica. Poesía y sentimiento en el bicentenario de Schumann. Éxito total que encandiló al numeroso público.

Fuente: Diario Valladolid, J.M. Morate