Asier Polo, Premio Nacional de Música

El violonchelista Asier Polo ha sido galardonado con el Premio Nacional de Música, máximo reconocimiento que otorga el Estado español a través del Ministerio de Cultura y Deportes. 

El jurado ha resuelto conceder el premio a Asier Polo, “por su excelencia artística como intérprete y por su larga trayectoria concertística internacional”. Además de “su aproximación al gran repertorio”, el jurado ha destacado “su compromiso con la música española y, en especial, con la contemporánea”. También resaltan sus “numerosas grabaciones musicales” y su “relevante faceta docente”.

Comunicado

Recibo con una enorme felicidad la concesión del Premio Nacional de Música 2019. Agradezco al jurado y al Ministerio de Cultura y Deportes de España el haber considerado mi trayectoria merecedora de este galardón y felicito igualmente a Félix Ibarrondo por su premio en la categoría de composición.

Estas situaciones le hacen a uno reflexionar e, inevitablemente, echar la vista atrás. La música siempre se ha mantenido como nexo para tantísimas experiencias a lo largo de mi vida, pero estas no habrían sido posibles sin el respaldo de muchas personas que me han acompañado e impulsado en este viaje por las emociones: directores como Max Bragado, que me subió sin dudarlo a un escenario a tocar mi primer concierto como solista junto a una orquesta; Alfredo Kraus, uno de mis grandes impulsores, que confió ciegamente en mí y del que tanto aprendí como músico; Rafael Frühbeck de Burgos, que proyectó mi carrera a nivel internacional; Juanjo Mena, siempre cercano desde que éramos estudiantes hasta tiempos presentes; compositores como Antón García Abril, Luis de Pablo, Jesús Villa-Rojo o Carmelo Bernaola, que fueron los primeros en escribirme conciertos para violonchelo y que sentaron precedente para mis colaboraciones con las nuevas generaciones; Marta Zabaleta, mi compañera más asidua en el mundo de la música de cámara, siempre entusiasta y apasionada de su profesión; Humberto Orán, representante y amigo que me ha acompañado durante toda mi carrera, Rosa García y todo el equipo de Musiespaña; Paloma O’Shea por su apoyo siempre desinteresado; la JONDE, con cuyos integrantes compartí tantos momentos inolvidables; Mikel Cañada y el resto de mi familia, por su apoyo siempre, incondicional; así como el público que ha asistido a mis conciertos, que con su energía ha reforzado cada uno de mis pasos. Sé que dejo a mucha gente en el tintero pero, a todos y cada uno de los que me han acompañado, gracias. Gracias de corazón.

No sé si es una cuestión de carácter, capacidad, talento o suerte pero, en definitiva, la constante ha sido siempre el trabajo, mucho trabajo. Desde aquel premio de Juventudes Musicales de España con 16 años, en el que me di cuenta del impacto que tenía en mí el hecho de pisar un escenario, mi propósito ha sido siempre trabajar por lograr el nivel suficiente para poder estar en él. Y, año tras año, he seguido con la búsqueda de nuevos estímulos y nuevos objetivos para mantener esa ilusión intacta y seguir creciendo como músico y como ser humano.

Al final, he pretendido ser siempre un músico lo más global posible, lo que me ha acercado también a la docencia. Transmitir conocimiento y aprender de otras generaciones es una experiencia tremendamente enriquecedora. Estoy muy feliz de que instituciones como Musikene o el Conservatorio della Svizzera italiana, donde imparto clases en la actualidad, apuesten, cuiden y velen por que sus docentes puedan mantenerse como músicos activos. Debería ser un orgullo para un conservatorio tener a músicos en activo en su cuerpo docente. Y esta compatibilidad debería ser la norma y no la excepción: un lugar común donde el alumno pueda sentir el respeto y la admiración por la persona que les guía, y donde el músico pueda continuar con su crecimiento, dentro y fuera de las aulas.

Precisamente, he podido constatar a lo largo de mi vida que la música y las artes en general son un medio muy poderoso de crecimiento personal. Ayudan a conocernos a nivel interno, a expresar nuestras emociones y a comprender nuestra propia cultura; sensibilizan al ser humano, y ese descubrimiento personal consigue crear una mejor sociedad, más avanzada y evolucionada. No podemos permitir que algo tan importante sea eliminado o relegado a un segundo plano, lejos de la educación o de nuestro día a día: la música y todas las artes no deberían ser un complemento, sino una prioridad.

Agradecido y con la ilusión renovada con este premio, continúo con más fuerza si cabe mi andadura por la exploración y el despertar de las emociones.

Asier Polo